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¿Podemos ser más optimistas (de manera realista) en 2025?

En este artículo exploraremos el sesgo de optimismo y responderemos a preguntas como: ¿Es bueno para nosotros el sesgo del optimismo? ¿Cómo mantenemos el optimismo frente a la realidad?


En este artículo exploraremos el sesgo de optimismo y responderemos a preguntas como: ¿Es bueno para nosotros el sesgo del optimismo? ¿Cómo mantenemos el optimismo frente a la realidad?

Responde a esta pregunta: Si estás (o estuvieras) casado/a, ¿qué probabilidades hay de que tu matrimonio acabe en divorcio?


En el mundo occidental, aproximadamente el 40% de los matrimonios acaban en divorcio. Esto significa que, estadísticamente, 2 de cada 5 parejas acabarán separándose. Sin embargo, cuando se pregunta a los recién casados o incluso a los abogados especializados en divorcios sobre su probabilidad de divorciarse, suelen estimarla en un 0%.


Este fenómeno se extiende más allá de las relaciones. Cuando se pide a las personas que se comparen con la población en rasgos como el atractivo, la honestidad o la capacidad para conducir, la mayoría se sitúa por encima de la media, lo cual es estadísticamente imposible.


En las ciencias del comportamiento, nos referimos a estos errores de estimación como «sesgo de optimismo»: En varias situaciones, las personas tendemos a sobrestimar la probabilidad de que nos ocurran eventos positivos y a subestimar la probabilidad de que nos ocurran eventos negativos en el futuro. Por ejemplo, podemos subestimar nuestro riesgo de contraer cáncer y sobreestimar nuestro éxito futuro en el mercado laboral.


De hecho, «las personas tendemos a actualizar nuestras creencias con respecto a la información positiva mucho más de lo que lo hacemos con la información negativa», según afirma Tali Sharot, profesora de neurociencia cognitiva del University College de Londres y el MIT.


Aunque puede resultar atractivo ser siempre optimista ante las situaciones de la vida, ¿es bueno para nosotros este sesgo? ¿Y cómo podemos mantener el optimismo cuando la realidad no se alinea con nuestras expectativas?


La ciencia tras el sesgo del optimismo

Seguro que has sido optimista en algunas situaciones. Quizá hayas notado que el optimismo te hacía esforzarte más, y puede que te haya llevado al éxito.

El optimismo no sólo altera nuestra percepción, sino que influye en los resultados.

Cuando creemos en un futuro mejor, es más probable que actuemos con medidas proactivas para conseguirlo. De hecho, las personas optimistas tienden a esforzarse más, a sentirse menos ansiosas y a experimentar menos emociones negativas, todo lo cual contribuye a un mayor éxito a largo plazo. Como explica Sharot, el optimismo puede reducir el estrés y la ansiedad, creando un bucle en el que las expectativas positivas conducen a acciones y resultados positivos.


Sin embargo, a veces también creamos expectativas en torno a una situación concreta. Se cree que cuantos menores sean las expectativas, mayor será la alegría tras el éxito y menor la decepción tras el fracaso. ¿Es esto cierto?


Aunque las expectativas de éxito deberían influir en las reacciones emocionales de las personas ante los resultados del rendimiento, esto depende de cómo interpretemos estos acontecimientos. En un experimento, Marshall y Brown exploraron cómo afectan las expectativas a las reacciones emocionales ante el éxito y el fracaso [1].


Los participantes con altas expectativas eran más propensos a atribuir el éxito a sus capacidades («Soy listo; por eso he aprobado el examen») y a considerar el fracaso como algo externo («El examen no era justo»). Por otro lado, los participantes con expectativas bajas tendían a subestimar sus éxitos («El examen era fácil») y a interiorizar el fracaso («No soy lo bastante bueno»).


Aunque los participantes que esperaban fracasar se sorprendieron menos cuando fracasaron, no se sintieron mejor consigo mismos, más tranquilos o menos tristes que aquellos cuyas expectativas eran mayores. En todo caso, ocurrió justo lo contrario: los individuos con grandes expectativas se sentían mejor consigo mismos, independientemente del resultado. Los que anticipaban el éxito no sólo se sentían más felices cuando triunfaban, sino también menos desmoralizados cuando fracasaban. Esto sugiere que mantener expectativas positivas puede reforzar la resiliencia emocional.


Así que, en algunas ocasiones, ser optimistas puede ser bueno para nosotros. Pero ¿cómo podemos mantener el optimismo frente a la realidad? Desafortunadamente, las estimaciones de futuro de las personas suelen ser irrealmente optimistas.


Un estudio de Sharot, Korn y Dolan se exploró cómo las personas ajustan sus creencias cuando se les presenta nueva información (positiva o negativa). Se pidió a los participantes que estimaran la probabilidad de experimentar distintas situaciones en su vida, por ejemplo, la probabilidad de contraer cáncer [2].


Los resultados mostraron que las personas cambiaban sus creencias en función de la información que recibían, pero sólo si recibían una información mejor que la que esperaban. De hecho, si en la primera sesión estimaban una probabilidad del 40%, al recibir actualizaciones positivas (es decir, la probabilidad real es del 30%, inferior a la que esperaban), los participantes ajustaban fácilmente sus creencias bajando el porcentaje al 31%. Sin embargo, si en la primera sesión estimaban una probabilidad del 10%, al recibir actualizaciones negativas (es decir, la probabilidad real es del 30%, superior de lo que esperaban), eran mucho menos propensos a revisar sus expectativas o las ajustaban al 14%, subestimando la probabilidad de contraer cáncer.


Este error de estimación evidencia nuestra tendencia a aferrarnos al optimismo, incluso ante pruebas contradictorias. Aunque este sesgo puede proteger nuestra salud mental, también subraya la importancia de equilibrar la esperanza con el realismo, sobre todo a la hora de tomar decisiones vitales críticas.


Conclusión

El sesgo del optimismo es un arma de doble filo. Por un lado, alimenta la resiliencia, la felicidad y la motivación. Por otro, puede conducir a una mala preparación o a expectativas poco realistas.


Si comprendemos cómo interpretamos los resultados y nos adaptamos a la nueva información, podemos cultivar una visión más sana y equilibrada de la vida. La clave está en aprovechar los beneficios del optimismo sin perder el contacto con la realidad.


¿Estás preparado/a para ser más optimista (de manera realista) en 2025?


Silvia Cottone

Behavioral Science Consultant & Worldwide Speaker



Este artículo está basado en el TedTalks de Tali Sharot. Puedes encontrar el vídeo aquí.


[1] Marshall, M. & Brown, J. (2006). Emotional reactions to achievement outcomes: Is it really best to expect the worst? Cognition and Emotion, 20:1, 43-63.


[2] Sharot T., Korn C. W., Dolan R. J (2011). How unrealistic optimism is maintained in the face of reality. Nat Neurosci, 14(11):1475-9.

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